Por temor, timidez, inseguridad o falta de claridad, a muchas personas les cuesta exponer y hacer valer sus opiniones y posturas delante de los demás. Las ocultan, reducen o infravaloran, socavando cada vez más la confianza en sus propias capacidades. Para que les respeten y conozcan los demás, primero deben aprender a conocerse y respetarse a sí mismos.
Si a menudo deja de lado sus propios deseos y necesidades para satisfacer a los demás y ello le causa malestar; si no consigue avanzar cuando la gente le cuestiona lo que hace, dice o piensa; si las críticas ajenas lo paralizan…
Si se halla en esa situación es probable que no tenga claro lo que quiere ni la forma de conseguirlo. ¡Es hora de averiguarlo, para marcar sus prioridades en la vida y ponerlas en marcha!
Según este especialista, a mucha gente le cuesta tomar la palabra ante los demás, porque “no maneja bien las técnicas de la conversación”.
En la mayoría de los casos, son los pensamientos negativos los que “retienen” la lengua. Para desactivarlos, hay que tomar papel y lápiz y “oponerle” otros más constructivos, que faciliten la entrada en conversación.
En lugar de “no tengo nada interesante que decir” hay que pensar: “¿qué demuestra que no tenga nada interesante qué decir?”. Reemplace la idea de “si no digo nada tampoco seré mal juzgado”, por la de “¿por qué van a juzgar mal mis palabras?”.
Para comenzar una conversación o entrar en ella y sentirse a gusto con la charla, se puede comenzar lentamente diciendo una frase o dos sobre trivialidades, cosas ligadas al entorno, o preguntando a los demás para que hablen de sí mismos. “Para hablar no hace falta decir siempre cosas interesantes ni proponerse deslumbrar a la audiencia”, señala.
¿Cuál es la mejor forma de defender nuestros puntos de vista? “Cuando no se tiene claro qué se quiere ni cómo conseguirlo, se deja abierta la puerta a todas las exigencias ajenas que vulneran nuestra capacidad de decidir por nosotros mismos”, señala.
Para defender nuestras prioridades y derechos, y sentirnos seguros de que hacemos lo que nos conviene, primero debemos se conscientes de cuáles son.
Para conseguirlo, Lafuente sugiere elaborar una lista de todo aquello que uno considere importante y desee disfrutar, siendo tan generoso como es con otros: “uno tiene derecho a ser feliz, a ser respetado, a sentirse bien, a defender sus opiniones, a expresar su malestar, a elegir libremente, a decir que no, a poner límites, a divertirse...”.
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